La felicidad y los taninos

Érase una vez un 40+1 improvisado, una invitación a compartir un tiempo juntos con una buena copa. Érase una vez un grupo que disfrutó un día en el Priorat, con sus viñas, su sol, su microclima y su vino. La felicidad era esto: brindar juntos. 

No digo necesariamente con cava o vino, que parece la canción de Julio Iglesias y no quiero que me acusen de promover vicios… Aunque también, que degustar taninos tiene su aquel, con pausa, con mesura, con un guía… Déjame degustar los taninos que visitar las bodegas Pinord en el Priorat y ver sus viñas escalando el anfiteatro escarpado mientras las burbujas del cava te refrescan tras la subida a la cima, eso también era la felicidad. 

Ya van dos catas con Pinord, primero en Vilafranca y ahora en el Priorat y el amor que la familia pone en sus vinos me tiene subyugada. Descubrir un negocio desde dentro con la pasión de quien vive para el vino, eso también es felicidad. 

Me falta el queso, eso también es felicidad y no dudéis que tarde o temprano cae otra cata… 


Pero lo que de verdad de verdad era la felicidad era sentirse acompañada, las sonrisas, los chinchines, la excursión… Decir «vamos», y vamos! 

Hete aquí la historia de la felicidad y los taninos. 

Del 40+1 que no fue más que una excusa… para daros las gracias por estar ahí! 


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