Hay cosas sencillas que aportan felicidad. Como ordenar un cajón de sastre lleno de colores, lápices, bolígrafos y rotuladores. Pruebas, tiras y, lo mejor de todo, sacas punta.
Hay un placer primitivo en sacar punta y dejar el lápiz bien afilado. En la escala de la felicidad real y cotidiana de las pequeñas cosas, está casi a la zaga de estrenar un boli de un color nuevo o escribir tu nombre en una agenda por estrenar.
Me voy a echar en el sofá a compartir una película en familia con la satisfacción del trabajo bien hecho. Los colores están afilados, ordenados y a punto para colorear la vida.
¿Y a ti, qué cosas sencillas te aportan un estado de felicidad animal?
PD: ¿Cuántos lápices de Ikea se pueden acumular en el fondo de un cajón? ¿Y por qué cuándo mis hijos y mi marido buscan desesperados un lápiz no encuentran ninguno?
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Me uno al reto en Instagram de #febrerosinedulcorantes de Victoria Peñafiel y paso de espectadora a parte de esta iniciativa: una foto diaria en febrero que muestre tu vida real, sin edulcorantes, sin filtros. Porque ser positivo es aceptar la vida como es. Intentaré hacer una reflexión diaria sobre «la felicidad de las pequeñas cosas».
Me gusta ir a hacer la compra al súper! 😅
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Jajaja, a mí, si voy sola y me puedo entretener también 😉
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