Hay que ser POSITIVO

Cuando crees que los deseos se cumplen, los pides con fervor. Los piensas sin miedo, porque estás convencido que se realizarán, tarde o temprano. Cuando crees en los deseos, sonríes mientras los pronuncias y eres feliz sólo de pensarlos porque sabes, con certeza, que tus deseos se cumplirán gracias a la magia cósmica. Mis hijos creen en los deseos. Les tienen un respeto reverencial y por eso hacen todo tipo de filigranas para asegurarse que el poder el deseo es aún mayor: bailan, levantan los brazos, lanzan besos y se tocan la frente como si fueran faquires de la telepatía del deseo. Los mellizos han mirado hoy conmigo la súper luna, y como las locuras familiares se transmiten de madres a hijos, ellos también le hablan sin tapujos ni vergüenza a la luna. Se han alzado con emoción ante la noche iluminada y han esperado con paciencia que las nubes dejaran ver toda tu redondez. Porque todo el mundo sabe que los deseos a la luna no traspasan las nubes, así que hemos aprendido un poco de paciencia. Por fin, han clamado sus deseos:

–Quiero que mamá y papá sean «mucho más mejores»– ha dicho Izan. Y ante mi  mirada de sorpresa e interrogación ha añadido… –Sí, que papá y mamá sean más perfectos, así no llegarán nunca tarde al trabajo o a buscarnos al cole-… Sin comentarios…

Ahí queda esa perla para la posteridad de la sinceridad infantil… Y es que mamá y papá somos perfectos, pero podemos serlo más (se ve que hay una perfección superlativa) y podemos ser más mejores si dejamos de llegar con prisas a los sitios… Yoesquememeodelarisaconesteniño. De hecho hoy estaba sembrado, porque hablando de anorexia, bulimia y problemas mentales que tiene la gente con su peso y su cuerpo va y me suelta: «Claro, no hay que sentirse mal por estar gordo. Mira papá, está gordito con su barrigota, pero lo queremos igual y sólo tenemos que hacer deporte juntos«. Os digo yo que hoy estaba el niño para el Nobel Infantil.

Mientras Izan seguía con la letanía se su deseo para asegurarse que se cumpliera -esta es otra ley universal, los deseos se repiten y se repiten para que se realicen ni que sea de puro cansinos que nos ponemos-, Pol ha lanzado con energía sus brazos al aire para darle impulso a su deseo:

–Luna, quiero que seamos ricos. Y que seamos una familia feliz. – Y luego se ha abalanzado sobre nosotros en un abrazo de oso amoroso que casi no ahoga, literalmente.

Y qué voy a pedirle yo a la súper luna si resulta que mis hijos de seis años son tan sabios. Ser mucho más mejores, superando la perfección, mientras somos una familia feliz y rica, no tiene parangón con ningún deseo que pueda pedir. Porque pedir vivir para siempre gracias a una pastilla ya lo tenemos solicitado a los científicos más listos del mundo entero y están trabajando en ello para cuando mi par de dos cumplan 20 años.

Os deseo que deseéis con la misma fuerza y convicción de los deseos infantiles. Como si el mundo fuera un día feliz tras otro día feliz donde papá y mamá se quieren y son casi perfectos -y sus pequeños defectos se los perdonamos- y donde los deseos se cumplen por arte de magia. Porque el Caga Tió es un tronco normal que cuando le pintas ojos y boca y le pones un gorro y le alimentas y le cantas, se vuelve mágico y te caga chuches. Porque Papá Noel existe, y el año pasado lo pudiste ver con su barba asomar. Y porque los Reyes Magos son tan fantásticos y mágicos que en una sola noche pueden repartir regalos a todos los niños del mundo. ¿Cómo no van a creer que los deseos se cumplen de verdad si los pides con todas tus fuerzas? El mundo es mágico y los deseos también. Y aunque no me lo he acabado creo que el libro de El Secreto iba por ahí, ¿no? Con esa fuerza y convicción es con la que os deseo que deseéis.