Un café con risas, por favor.

Había una vez jovenzuela llena de alegría que me cautivó desde antes de conocerla. Sí sí, desde antes. Todo empezó con su creativo currículum, después la entrevista y al verla trabajar se confirmó mi sospecha: esta tía si que vale.

Desde inicios de marzo que me paso más horas con ella que con mi marido (fíjate tu qué cosa, el trabajo es lo que tiene), y a parte del muy buen equipo que formamos, es una auténtica compañera de cafés y risas.

Bromas. Complicidad. Secretos de compis. Dislexia. Más risas. Café con leche. Café largo. Pausas. Sentadillas. Brazos. Ah, y curro, ¡claro!

Realmente me siento afortunada, el universo nos trajo a la oficina la chica adecuada en el momento adecuado. Gracias tío, te debo una 😉

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