Contigo todo es posible.
Puede sonar ñoño o facilón pero es una gran verdad y nunca está de más recordar (le) (te) que juntos se puede más, y mejor.
Contigo… Sí, contigo. En serio, contigo, contigo... Seas mi amante, mi amigo, mi hijo o mi compañero de trabajo. Contigo…
Porque sin ti, sí, que habló de ti, sin ti, estaría sola. Sola ante la vida. Ante los retos, los éxitos y los fracasos. Y francamente, sería muy aburrido. Y triste.
Sin ti no habría fiestas de cumpleaños ni regalos ni bailes ni risas ni brindis ni besos ni sexo ni cine ni sobremesa ni abrazos ni nada.
Si sabes de alguien que esté solo, ves y susurrarle al oído: «contigo todo es posible». Porque es verdad. Y porque se volverá a dar cuenta que forma parte de un todo. De una cadena. De un círculo.
Nada más triste que esas campañas que nos recuerdan que lo peor de hacerse grande es la soledad de los ancianos. Se me pone el vello de punta.
A ti te lo digo: contigo, hasta el infinito y más allá. Porque contigo todo es posible.