Han vuelto. Las carreras en el pasillo. Las conversaciones emocionadas a gritos. Las risas descontroladas. Los bailes en cualquier lugar. Los juguetes desparramados. El ruido que rompe el silencio, y la soledad. Han vuelto, los gemelos, sus siete años por dos, los dibujos animados de fondo, y las películas, la Wii, la tablet… Han vuelto los «mami, sabes qué…» o los «maaaaaaamaaaaaaaaa, dónde…» e incluso los «mamuchi, quiero…» con abrazo y tono zalamero irresistible.
Ha vuelto. La dulce rutina. La desordenada, ruidosa, caótica, intensa y dulce rutina.
Qué capacidad increíble tienen los niños de llenarlo todo. El espacio, el silencio, la tristeza, la tranquilidad, el amor… Todo lo llenan con sus historias, preguntas, sonrisas y saltos.
Cada cual con su dulce rutina.
La felicidad era esto.
Y solo nos damos cuenta cuando no están!
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Efectivamente, cuando están son tan, pero tan, tan, absorbentes, que… pufffff
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Loved rreading this thank you
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Thank you 😍
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