No huyas.
Miras hacia los lados como si el AMOR no fuera contigo. Pero va. Aunque pongas cara de «no me interesa». Aunque te hagas el duro en plan «no me afecta».
Llevas las gafas del amor puestas y ni siquiera te das cuenta. Cuántas aventuras te habrás perdido mirando por el rabillo del ojo en vez de mirar de frente a las relaciones.
No huyas.
Llevas las gafas del amor puestas aunque no quieras darte cuenta.
PD: mi hijo, el que lleva las gafas, es un payasete y no hay modo de pillarle serio -ni peinado- en las fotos. Pero Es todo pose. Las gafas las quiso comprar él y tiene clarísimo que la familia, la amistad y el amor es lo que mueven el mundo. No en vano fue él quien un día me dijo, con todo el arrojo de su sabiduría infantil, «te quiero más que infinito, porque el amor supera al infinito«.
Con frases así seguro que te dejó sin palabras. Un saludo.
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Me dejan boquiabierta en muchas ocasiones, la verdad, tienen una sabiduría tan de raíz y tan de verdad que a veces me pregunto si al entrar en la edad adulta no perdemos un poco el norte de lo esencial y realmente importante.
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Seguro. Se pierde espontaneidad y nos volvemos más calculadores.
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