Tu verdad y mi verdad

Tu verdad, mi verdad, ¿cuál es la «buena»? Me da que la verdad es como el frío, relativa.

-Mamá, que pases un buen día. Te quiero, más que tú a mí.

– Eso es imposible porque yo te quiero más – respondo asintiendo porque de un tiempo a esta parte la competición de quereres es nuestro juego particular.

-Imposible – me responde – porque yo digo la verdad y la verdad es verdad.

-Pero yo también digo la verdad – replico-. Entonces, ¿quieres decir que tú verdad es más verdad que mi verdad?

-Sí – ha dicho rotundo.

La verdad… Me da que en la base de los malentendidos y discusiones en que nos encontramos inmersos cada día está este concepto mágico de «mi verdad». Una verdad inmune a la otras, por encima de las demás. Porque en nuestros actos «mi verdad» tiene un peso específico que las demás verdades no tienen. Y así nos vemos enrocados en discusiones sin fin. Porque a la obsesión por la defensa de la propia verdad la acompañan a menudo los oídos sordos a las verdades ajenas y una falta de empatía y comprensión galopantes.

Claro que creo que cada cual debe buscar y encontrar y defender su verdad. Pero quizá, solo quizá, si fuéramos conscientes que parte de nuestra verdad es interpretable, maleable y circunstancial, si escucháramos los motivos de verdades ajenas, quizá discutiríamos menos y nos encontraríamos más.


4 respuestas a “Tu verdad y mi verdad

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