#yomequedoencasa: Día 34. La primavera en confinamiento, en positivo y en negativo.

Día 34… Los días empiezan a amontonarse y parecerse tanto uno a otro que el tiempo acaba por ser un concepto algo difuso, una especie de chicle que se estira y se contrae en un bucle extraño donde los diferentes tiempos no tienen porqué tener la misma dimensión ni el mismo peso. Día 34 y la primavera ha llegado sin que quepa duda de su presencia.

Los colores de las flores me dan paz y alegría al mismo tiempo. Me recuerdan que todo llega, todo pasa, todo empieza y todo acaba.

Por otro lado -las cosas siempre tienen otro lado-, me digo que hay miles de flores en plena eclosión que se tiran a la basura junto al negocio y las esperanzas de todos los que trabajan para llenar el mundo de flores. No puedo evitar pensar que hay miles, muchos miles, de tumbas y funerales sin flores de adiós.

No quiero restar importancia con palabras frívolas a las muertes, con todas sus letras, a la crisis económica de tantas y tantas personas -y lo que está por llegar-, a todo el mal que estamos sufriendo por el coronavirus, a todos los sobreesfuerzos de tanta y tanta gente… Y sin embargo, me digo que poco puedo hacer frente a tanto dolor, muerte y crisis más que intentar seguir adelante en mi pequeño reducto, más que mantener la moral para no caer en un estado depresivo o de ansiedad que no ayudará a nadie, más que hacer llamadas y apoyar a los amigos que lo necesitan, más que quedarme en casa para no engrosar la estadística ni ser transmisora de nada… Qué impotencia… Mientras, la primavera sigue ahí afuera y es bonito y tranquilizador ver como las flores eclosionan y brillan, ver que todo empieza y todo acaba, ver qué sigue el ciclo de la vida.

Espero de veras que estéis todos bien, lo mejor posible. Espero que a pesar de todo veáis, de vez en cuando, algo de primavera.


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