Escucharse (y quererse) es también saber PARAR

Escucharse es también saber parar. Antes que la migraña te obligue. O la lumbalgia. O el agotamiento. Lo que viene siendo coloquialmente estar «muerta matá». Y si no te escuchas, te para tu propio cuerpo a la fuerza. Que parece que no aprendemos, que estamos en lucha constante contra nosotras mismas con las exigencias autoimpuestas, las metas, los compromisos, los tengo que… Pero como dice @virginiamoll en su post de hoy, todas tenemos la lavadora por hacer y la casa por barrer detrás de lo que se ve en esta ventana. O como decía ayer @crisfit.es (que acabará «desheredándome» por no cumplir con mis horarios de autocuidado y ejercicio), no siempre que quieres, puedes. No siempre.

Me está costando este proceso de ser más consciente de mí y mis necesidades. De aceptación de lo que tengo a mi alcance, lo que puedo, lo que priorizo y, sí, lo que dejo de lado porque todo no se puede.

A menudo oigo la voz de mi amiga Loly hace ya muchos años diciéndome «en realidad nunca seremos del todo felices porque somos demasiado autoexigentes y tenemos demasiadas expectativas«. Ay, las expectativas… Esas listas mentales infinitas de todo lo que harás y serás y dirás y disfrutarás que luego, por a o por b, sencillamente no se puede. Priorizar, priorizarte y seguir priorizando… Difícil, nadie nos enseñó a cuidarnos a nosotras mismas ni a escuchar nuestro cuerpo y sus señales como dice @stefyactiva.

En fin, que la migraña me está dando la murga. Sospecho que es mi cuerpo en fase de ovulación (siempre me coincide con esta fase, que se supone que es cuando nos sentimos poderosas y una bomba sexy), mi cuerpo diciendo que ahora que durante tantos meses seguidos hemos aguantado un ritmo a toda máquina, los estragos psicoemocionales de una pandemia que sigue, despedidas que están en el aire como espada de Damocles, ahora que aún vamos a toda prisa pero que la cosa empieza a relajarse, toca parar. Toca escucharse de una vez por todas. Toca aceptarse. Mirarse y reconocerse. Con los kilos de más u las arrugas. Toca quererse, tal cuál, sin más artificios. Toca dormir tranquila sin apretar los dientes. Toca seguir disfrutando de la vida, que solo es una y es AHORA.


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