REFLEXIONES SOBRE LAS REDES:
Últimamente no estoy.
Y si estoy, estoy triste.
Es lógico. Todo el mundo puede estar triste alguna vez y hay que permitirse sentir dolor, llorar, estar taciturno o en duelo. Pasará, volverán las risas y los bailes, pero es necesario reivindicar la tristeza.
Porque…
Es necesario reivindicar la posibilidad de estar triste en redes porque parece que se penalice.
No solo todo es felicidad desmedida, optimismo y belleza a raudales, es que en cuanto te muestras humano…
En cuanto te muestras humano, dejan de seguirte, los comentarios son silencios, el vacío se hace más grande… Lo entiendo, nadie quiere evadirse en redes viendo desgracias ajenas ni asomándose a la fealdad del mundo de casa cuál. Pero de algún modo me genera incomodidad pensar en este mundo de falsa tiranía de una felicidad perfecta mal entendida que estamos construyendo. No es sano.
No es sano negarnos a nosotros mismos la imperfección. Negar que tenemos defectos y que caemos y luego nos volvemos a levantar. Obviar que cometemos errores. Que a veces estamos tristes y otras iracundos o apáticos. Que somos humanos y justamente lo bonito es aceptar que eso significa que la perfección y la felicidad de la vida está en la imperfección, en darse permiso para sentir tristeza o alegría o amor o rabia en los momentos en que sea preciso para vivir la vida en todos sus colores. Y si el resultado de esta reflexión es un darse la vuelta y cerrar los ojos, ver solo felicidad encapsulada y belleza con filtros de un instante sin ser conscientes que detrás de ese instante hay vidas imperfectas, entonces, sea. Pero por mi parte no esperéis arcoiris todos los días del año. No me parece sano.