Yo he venido aquí a divertirme.
Ya está.

Sin más, a palo seco. Sin previo ni etiqueta más que las risas y el respeto.
He venido a estallar en palabras el brilli-brilli de la vida que para auras negras ya tenemos los telediarios y los debates políticos.
He venido a sacarte de esa esquina oscura desde la que te comparas con las vidas mejores y los cuerpos sin mancha para decirte que no, que la vida no es perfecta ni esa galería de fotos que estalla en sonrisas es real. Quizá un momento real, un recuerdo real, un por ciento real, pero detrás del escaparate de luces navideñas también hay polvo, bombillas fundidas que titilan a destiempo y árboles sin regalo.
No te engañaré. Si tengo un mal día puede que patalee, verás que otros cogíamos también son una birria aburrida y llenos de listas de tareas estresantes y absurdas.
Si tengo dos días malos, puede que baile o haga el payaso. Si tengo tres, quizá desaparezco un rato para no amargarle el café a nadie.
Que yo he venido aquí a divertirme. A tener mi momento para mí. Uno donde no debes nada a nadie. Donde puedes decir lo que piensas y bailar por los rincones mientras las pelusas te miran de reojo. He venido a reflexionar, aprender, perder el tiempo (why not?), descansar, reír, llorar, escribir, experimentar…
¿Me acompañas a buscar el brilli-brilli de la vida?