En febrero 2020 fuimos en manada a Londres. Un viaje de familia grande, de aglomeraciones en el metro, de mareas de gente entre monumento y monumento.

Era casi marzo.
Lo del coronavirus empezaba a sonar pero era algo «chino», lejano, ajeno…
Y empezó esta película apocalíptica y distópica en que estamos sumidos. Está cosa rara… Confinamientos, negocios cerrados, toques de queda, multas, fases, más fases… Verano, pausa (que parece que se ha ido pero no, que algunos se confían y otros desconfían)… Mascarillas, geles, jabones, lejía, normas, manifestaciones, incrédulos, médicos que claman al cielo, «libertad», ¿qué libertad, la tuya, la mía o la vida de todos?, vuelta al cole, dudas, incertidumbre, escalada, muertes, MUERTES, M U E R T E S, contadas una a una, y aún así tan impersonales, al final, tan dolorosas, desde el principio…
¿Cómo recordaremos el 2020?
¿Cuál será el balance? ¿Será el declive de la política oportunista del «pues mira que tú»? ¿O el inicio de un medioevo de populismo «para chulo mi pirulo»? ¿Recordaremos el esfuerzo colectivo, el espíritu de superación y el redescubrimiento de las cosas importantes en la vida? ¿O será una mancha más que desbordará este sinsentido de la humanidad?
A mí, de momento, aquel viaje a Londres a finales de 2020 me suena a otra vida. Y a estas alturas de la historia no sé si podremos ni si sabremos volver a aquella ingenuidad antes del coronavirus. Aquel reflejo de otras rutinas que ahora me parecen difusas y distorsionadas. Como el reflejo de esta imagen.
¿Cómo crees tú que recordaremos este 2020?