Normalizar la menstruación: que se sepa, a veces, duele, y no, no es normal.

Soy una persona menstruante. Mujer, si quieres. Aunque las hay que no menstrúan y no por ello son menos mujeres. Que hay mujeres que se sienten mujeres, mujeres por nacimiento, mujeres… No me voy a meter en este jardín…

La cuestión es que menstruo. Sí, ahora. No me da vergüenza decirlo, no veo porqué si hablamos de todo sin tapujos, de pelos que pican y de besos salados, de recetas y dietas, de miedos y sueños… Y sin embargo, «la regla», «la roja», «mi amiga la que viene de visita», parece tabú. Shhhhh… Que no se note… Shhhhh… Tú feliz «como si nada»…. Shhhhh… Disimula y pásame un tampón que tengo «un problema de mujeres»… Shhhhh… Si duele, que duela en silencio, sigue con tu rutina de gimnasio, trabajo, visitas, sexo y lo que se encarte… ¡Basta!

Hace poco fue el Día de la Higiene Menstrual (o algo así) para normalizar el hecho que en el mundo hay personas que menstrúan, normalmente cada mes. Y eso ni las hace menos capaces, ni contagiosas, ni sucias, ni cortan la mayonesa o la sobrasada, ni intoxican nada… Nada justifica que haya miles de mujeres que cada mes deben esconderse, purificarse y no sé cuántas sandeces más. Pero sin ir tan lejos… ¿Para cuando el dejar de esconder la menstruación? ¿Para cuándo poder decir que a algunas nos duele y que no es normal?

El resultado de mis últimos análisis y exámenes tras mucho quejarme del dolor mensual que va incrementándose fue una mirada fría y condescendiente y un «señorita, está todo perfectamente, si realmente duele, debe ser pura coincidencia que sea cada mes con la regla, dígale a su médico de cabecera que busque en otra parte«. Ni os digo lo humillada que me sentí… SEÑORITA… ¿ITA? ¿Para minimizarme? SI REALMENTE… O sea, me pone en duda, a mí y a mi dolor. PURA COINCIDENCIA… Pues no sé, oiga, blanco y en botella. Ovulo, duele. Menstrúo, duele aún más. Cómo un retortijón muy intenso y continuo, durante unos tres días seguidos. Cómo que te golpeen los riñones con un fuet una y otra y otra vez. Como si te retorcieran las entrañas y a ti con ellas hasta que acabas siendo un burruño, una persona a medias que vive en el dolor y casi no puede ni pensar en otra cosa…

Pero que no se note. Que no vea que sufres, que duele. No te quejes, no te retuerzas, no te quedes en la cama. Que no se note ni traspase ni manche. Que no huela. Que no te quite fuerzas ni te dé anemia si tus menstruaciones son demasiado abundantes. Que los altibajos hormonales no te afecten. No pierdas la compostura, señorita. No dejes de sonreír ni de ser amable ni de servir. Que no se note…

¿Sabéis que os digo? Iros mucho a tomar viento las personas que pensáis así y negais menstruación y síndromes premenstruales. Con gusto os cedía un solo mes en vuestra vida este bonito dolor que no existe y que parece que es inventado. Y no, no reniego de ser una mujer menstruante, da vida, mi barriga ha dado vida gracias a «la roja». Pero de verdad, iros mucho por ahí o por lo menos dejadme en paz.


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