Hoy hace 20 años, avui fa vint anys

Hace 20 años que Anna y Raquel se conocieron y al final ayer se casaron por dinero porque el amor ya les rebosa por las orejas y no va a ser cuestión de desbordar ñoñería innecesariamente.

Aunque a mí las bodas tan especiales me ponen ñoña y no puedo evitar contaros que se las quiere, porque ellas se hacen querer, porque se dejan… Por eso la gente se pone de boda y recorre caminos de cabras hasta «una campa» y bajo «un sol de justicia», por eso se traen su propia comida y se pagan su hotel y hacen sorpresas a las novias… Lo hacen, lo hacemos, porque nos gusta dejarnos querer y quereros… Y dejarse querer es importante…

Hace 20 años que se acompañan y se aguantan y se disfrutan. Que la una baila y la otra hace el payaso, que la una ríe y la otra acumula anécdotas.

Hace 20 años, y esos son muchos para construir una familia llena de adorables locos de todos los colores para que las acompañen en todas sus fiestas, que son muchas. Con cualquier excusa.

Hace 20 años, que es un principio de nada para una relación tan llena de historia.

Casadas en el centro de un corazón de piedras volcánicas, en el antiguo cuarto de baño de una Masia histórica, por un «oficiante» amigo que las casó con una sonrisa permanente…

Fue una boda perfecta, dejándose fluir, en medio de piedras y árboles, con mantas tiradas en el suelo, comida en tuppers y una acordeonista que nos quería hacer bailar un chotis. Con bailes sorpresa, y dedicatorias y árboles de colores y piedras para construiros un castillo… Con flores, porque las floristas regalan flores, y son preciosas… Con luces enrolladas al cuello, como luciérnagas de boda. Con tartas de zanahoria (espectaculares) y brindis inolvidables.