Me levanto tras nueve horas de sueño y parezco un panda 🐼.
Me miro al espejo y me asusto.
Sí, duermo. Sí, me fui pronto a la cama, estaba muuuuy cansada. Llevo semanas muuuuy cansada. No, no son los niños, pobres, ni su ritmo desbordante. Es más bien que no les alcanzo, desde hace exactamente siete años y medio, pero yo lo intento. Que no se diga que su madre no se apunta a un bombardeo aunque sea a rastras.
Dicen que las ojeras son de origen genético, que con la edad la piel fina del párpado es cada vez más fina, que las personas de origen Mediterráneo tienen más tendencia por su tipo de piel… Vale, lo tengo todo.
Parece que la cándida, otra vez la dichosa candidiasis, caaaaaaannnsaaaaa muuuuuchoooo… Me da que no me salto ni un puñetero síntoma… Pero, eh, que una sigue guerrera en proceso de matarla.
Así que vamos paseando por la calle mi panda 🐼 y yo. Y contentos, no te creas. Porque a las ojeras, buena cara!!!
Una respuesta a “A las ojeras, buena cara”