Las marcas


La vida te deja marcas. Desde las crostas de la primera caída hasta aquella cicatriz que nadie ve pero te pica por dentro. 

La maternidad te deja marcas. A veces te miras en el espejo y no te reconoces. Tú estás escondida tras las ojeras, detrás de las estrías, más allá de la diastasis y el cansancio. En algún lugar estás tú, aquella que fuiste, la que hacía mil y una actividades, la que bailaba y salía, la que se pintaba los morros de rojo y se sentía caminar cual Gilda de calle. 

Los trabajos te dejan marcas. Y los compañeros. Y su trato. Bueno o malo. Hay marcas de todo tipo. De las que te confortan y calientan y de las que te hunden en la miseria. Lástima que a veces vemos más las segundas. 

Y así vamos por la vida, con nuestra mochila de marcas, sin saber que a la vuelta de la esquina nos esperan nuevas cicatrices para la colección. Como el que empieza con un tatuaje minúsculo porque le hacía gracia y acaba tatuado de pies a cabeza. Y aunque a otros tanto tatuaje les parece absurdo, feo o hasta soez, en realidad al tatuado le da igual porque esa tinta forma parte de su historia, de quién es y de porqué es como es. Como las cicatrices de la vida, que indican que has vivido, y sobrevido. Que has disfrutado, o llorado. Que has tirado pa’lante, hacia dónde sinó? 

Sí, tienes marcas, y son preciosas, porque por ellas estás hoy aquí, siendo quién eres, viviendo. 


6 respuestas a “Las marcas

  1. Hace unos años esas marcas de las que hablas empezaron a ser muy visibles. La primera reacción fué de tristeza (en lo que te has quedado, pense) pero…… me fije con más detenimiento y vi a una mujer madura, plena y serena, muy serena, y me gustó lo que vi, me gustó en lo que me estaba convirtiendo. Los hombres ya no me miran por la calle, ya no me siento guapa, ahora me siento SERENA. Es una nueva etapa que estoy disfrutando, ya no tengo que demostrar nada a nadie ni intentar gustar. Ahora vivo, sin más. Bello relato, no dejas de fascinarme.

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    1. Qué bonita reflexión Mar! Debe ser un cambio, duro al inicio, dejar de mirarte en la aprobación masculina y pasar a ese estado de serenidad. Me gusta la etapa como la describes, y qué gran aprendizaje! Lástima que hayan de pasar tantos años para que las mujeres nos sintamos así. Yo en la cuarentena tengo la sensación de estar en la frontera de la invisibilidad, depende del día, del vestuario, del maquillaje, de las ganas, aún tengo ese runrún de la mirada y la seducción. Pero todas acabamos (espero) en la serenidad, así que espero sea lo menos traumático posible. Muchas gracias por tu precioso comentario.

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  2. Cuanta razón tienes!!! Un mensaje muy motivador, muchas veces no sabemos como cargar con nuestras marcas, pero tu mensaje final es realmente genial,
    «Como las cicatrices de la vida, que indican que has vivido, y sobrevido. Que has disfrutado, o llorado. Que has tirado pa’lante, hacia dónde sinó?»

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