Recoges conchas como si te fuera la vida en ello. Las buscas y rebuscas, las seleccionas: pequeñas, lisas, rugosas, con agujeros para hacer collares… Estas últimas son las de más valor. «Un euro cada una», me dices mientras me las ofreces. Claramente el espíritu negociador te viene de algún otro gen que no es el mío. Me hace gracia. Te regateo. Te mantienes firme en el precio, te ha costado encontrarlas…
Y previo pago de dos euros hacemos un collar juntos. También es para vender. Para vendérmelo… Porque mimmano debobra no cuenta, al fin y al cabo soy tu madre y se presupone que te tengo que ayudar con entusiasmo en tus pequeños proyectos…
Y lo compro, porque llevar colgadas las conchas me recuerda a una tarde cualquiera en la playa, buscando conchas con esmero, haciendo collares, disfrutando de tu compañía, junto a ti.
Que mamá mas genial!!!
Abrazote🌼
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