La felicidad antes de ti era felicidad. También era. Ese es el secreto de nuestra felicidad compartida. Que antes ya era. Que mi felicidad no depende de ti, depende única y exclusivamente de mí misma, y luego la compartimos juntos, la amoldamos a una felicidad compartida que no depende más que de nosotros.
Nunca te busqué, amor, para ser feliz. Ya lo era y te encontré, también feliz.
La foto que ilustra esta reflexión es antes de ti, antes de vosotros, hijos. Porque antes también hubo una vida llena de amigos, viajes, anécdotas y amores.
La foto es París, en un viaje a solas con amigas. Es una calle de Montmartre de bajada, peatonal, llena de turistas ávidos de fotos en un día excepcionalmente soleado. Es una calle de adoquines que bajaba bailando al son de un músico callejero, dando vueltas sobre mí misma, las trenzas al viento, la sonrisa amplia porque en ese momento preciso era muy feliz. Con mis amigas, en París, recordando las calles de mi Erasmus, bailando en Montmartre al son de un violín callejero una tonada de la película Amelie.
Os diré un secreto… La felicidad no se busca en momentos ajenos, no dependen de brazos ni labios extraños que os han de encontrar, no está en las cosas que dice o hace vuestro amor, vuestra pareja, vuestras hijo… La felicidad es tuya, y es cuando tú quieres que sea, cuando dejas de buscarla en momentos grandilocuentes que no dependen de ti, cuando la aprecias en ese pequeño gesto, ese instante, que casi dejas escapar buscando el brillo de la felicidad con mayúsculas.
La felicidad es en ti. Antes de él. Antes de sus besos y sus palabras. Antes de los hijos. Antes de la casa. Antes del viaje. La felicidad es en ti.
Así que esta es mi mayor declaración de amor: antes de ti ya era feliz, mi felicidad no dependía de ti, y por eso te quiero tanto, porque sin necesitarte me haces feliz.