La vida puede doler, es un poco cabrona y tiene altibajos, lo sabemos, pero hay algo que ayuda a salir a buscar soluciones: salir con la sonrisa puesta. La soNrisa con N de Noe, como la que lleva a cuestas mi hermana Noemí -me va a matar, lo sé, lo siento, te quiero, me quieres y lo sabemos 😘-. Mi hermana Noe tiene el pronto subido -como casi todas las personas fuertes que conozco, que lo son gracias a su tozudez y su determinación-. Mi hermana Noe a veces frunce el ceño y si te mira de mala manera desde detrás de sus pestañas infinitas te dan ganas de huir a esconderte antes de que te caiga un rayo. Pero eso son apariencias. Porque mi hermana Noe es tierna, es una auxiliar de enfermería que cuida con cariño a sus pacientes, es una hermana dispuesta a matar por sus hermanas, una hija que arrima el hombro aunque no esté cien por cien segura de estar de acuerdo contigo, una madre coraje, algo sobre protectora y empalagosa de tan cariñosa. Mi hermana Noe cuando sonríe, y sonríe mucho a pesar de todo, sonríe con la mirada. Es un poco payasa, también. Y canta a voz en grito canciones de Rocío Jurado, Pimpinela o entona «Son tus perfúmenes mujer» sin pudor, desde los cuatro años. Y mira, hoy me he acordado de ella y he pensado que no estaba de más decirle, así en secreto y entre nosotras, que me encanta cuando se enfrenta a la vida con la soNrisa puesta con N de Noe.