Ayer hablé con la Luna, en un susurro, como una confesión o un deseo que no quieres dejar escapar. Sí, yo hablo con la Luna. Especialmente si está llena e ilumina la noche. Y si es una súper luna como la que asomaba ayer entre nubes y que hoy lucirá en todo su súper esplendor, más. Debe ser que soy atea y que todo el mundo necesita, al final, creer en algo. En una energía, que fluye. En el universo, en la ciencia todopoderosa, en Dios, en la bondad, en los sueños… A mí hablar con la Luna me da paz. Es mi momento, nuestro momento. Es un estar conmigo misma reconcentrada. Meditación dirían algunos. Paparruchas, dirían otros. Pero me da lo mismo, yo miro al cielo y hablo con la Luna llena, y no le hago daño a nadie. Creo en las buenas energías que nos conectan, en la naturaleza, en las mareas, en los ciclos… Esta noche le guiño un ojo a la súper Luna de nuevo. Y tú, en qué crees?
Una respuesta a “La súper luna y yo”