Nevera de amor

Hay historias de amor, cartas de amor, declaraciones, detalles, viajes, novelas, películas… de amor. Y como soy una ñoña acabada -y a mucha honra- me encantan todas y cada una de ellas. Pero hay detalles mucho más cotidianos que hacen de tu día un día de amor. Como la nevera. Me encantan las neveras de amor. 

Supongo que hay gente que prefiere la intimidad de la sobriedad, o conservar recuerdos del deterioro de la luz, el polvo y hasta la grasa de la cocina. Supongo que queda poco minimalista o que puede molestar a la decoración. Pero a mí todo eso me importa un pimiento porque me encantan las neveras de amor

Hoy he ordenado la mía. Y tras quitar planes e ideas caducadas, listas de la compra obsoletas y publicidad de restaurantes que no nos gustaron, ahora quedan las notas de amor del papá de la casa, las declaraciones espontáneas de los niños en forma de dibujos o primeras cartas, las ñoñadas inesperadas del marido, los imanes de aquella amiga, hermana, vecina… Las excursiones, los menús, los restaurantes frecuentes, algunas fotos, más imanes, citas sobre besos, imanes de palabras que componen poemas… Y toda la amalgama componen mi nevera de amor. Esa que me recuerda cada día, varias veces, que no estoy sola y que me quieren, se quieren, los quieren, los quiero… 

No es que fuera a olvidarlo, pero a veces, sólo a veces, nos olvidamos de lo importante, nos dejamos invadir por el tiempo frío o el cielo plomizo o las cargas o… Y cuando eso pasa, cuando eres más el hombre del bombín gris de Momo que la propia heroina contra la vertiginosa cotidianidad, entonces no importan tanto los minimalismos e interiorismos, lo que cuenta es tener una nevera del amor que te recuerde que te quieren, se quieren, los quieren, los quieres! 

PD: Dice Carles Capdevila (traduzco yo misma): «Ya lo he entendido y espero que para siempre, y deseo de corazón que siempre sea mucho tiempo. La belleza está en la mirada, y hay privilegio más bonito que ser observado desde el amor incondicional (…) No hay ninguna inversión más segura y rentable que rodearnos de personas que nos quieren tal como somos». 

Y el texto original: 

«Ja ho he entès, i espero que per sempre, i desitjo amb l’ànima que sempre sigui molt de temps. La bellesa és en la mirada, i no hi ha privilegi més bonic que ser observat des de l’amor incondicional (…) No hi ha cap inversió més segura i rendible que envoltar-nos de persones que ens estimen tal com som». 



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