El día que te quise brillaban las estrellas.
La tierra olía a lluvia, y tus besos eran salvajes como el romero silvestre que inunda el campo.
El mar rugía en calma.
Tu mente era una balsa de olas saladas en vaivén.
Y tarareabas, a voz en grito, en tu silencio.
El día que te quise,
las medidas ya no
importaban.
Ni los reflejos,
las voces,
ni las miradas.
El día que te quise,
mi vida, mi todo,
tu cuerpo era el
NUESTRO.
Tus canciones
eran la letra
qué me baila el día.
Y ahora,
querida yo,
querida tú,
tu mirada
es un sol
qué nos acaricia
la piel
y rasca profundo.
Y tus versos
son agua que barre
complejos.
El día que te quise
te descubrí fuerte,
creativa, poderosa,
sensible, amable,
un poco perezosa…
Y… TE QUIERO..
AÚN.
SIEMPRE.
INFINITO.