De 1 de octubre en 1 de octubre construimos puentes. Lazos de amor entre una fase y otra de nuestra relación. Fue un 1 de octubre cuando, inesperadamente, nuestros destinos se cruzaron. No creo que me esperaras, tampoco yo estaba buscando nada. Y sin embargo, ahí empezó todo, como empiezan las cosas importantes, sin presiones ni expectativas ni nada, simplemente lo inesperado se convierte en cotidiano.

Años después un París frío y lluvioso, gris plomizo, mantuvo en tu bolsillo un anillo. Era uno de octubre pero el tiempo no parecía el adecuado. Fue la petición no pedida, de nuevo lo inesperado iba improvisando.
Y así vamos, de uno de octubre en uno de octubre, de otoño en otoño, de lo inesperado a lo cotidiano y viceversa, con cariño construido a base de pequeños gestos. Porque el amor crece en esos detalles.
Y hoy, después de años, en esta agenda convertida en diario, he anotado la efemérides de nuestro cruce. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera ido a aquella fiesta, si no hubiéramos contado un chiste verde juntos, si no me hubieras invitado a bailar o no te hubiera ofrecido una taza de café de madrugada en un piso de quince metros cuadrados? No estaríamos aquí, seríamos otros, la vida tendría otro color. Y sería una lástima.
