Día 52. Feliz día de la madre en casa. Que aunque ya no estemos 100% encerrados, casi. Una hora al día con los peques y otra de deporte (si es que salís dos veces, yo prefiero no arriesgarme y con una salida cada dos días -porque nos turnamos- me sobra) no es estar encerrado, pero casi. De todos modos, la luz del día se alarga y tras los aplausos nos quedamos un rato disfrutando del fresco de la tarde en el marco de la puerta, hablando con los vecinos de una punta de la acera a la otra pero sin salir de casa.
Ya casi me acostumbro a esta nueva rutina y en realidad no me parece tan mal disfrutar más de los míos en este pasar plácido de días. (Recordármelo cuando ande histérica peleándome con los deberes o debatiéndome entre dar soporte y ayudar y con algunos ramalazos de dejar que los niños se apañen con sus profesores o dejen estar ya este curso en el punto que estén y dedicarme a lo mío y punto).
Pero en este día de la madre que he recibido regalos geniales como un despertar a besos, un regalo sorpresa (unas zapatillas @mrwonderful_ mulliditas para mi pie maltrecho tras la patada a la cajonera, sí, aún), un café recién hecho, y una ventana pintada de un nuevo azul luminoso y marinero; en este día, me digo que ser madre es eso. Vivir en la duda de cómo hacerlo bien. De cómo dar apoyo sin que sea demasiado ni poco. De cómo atender con amor sin descuidarse a una. De cómo querer sin ahogar. O sin ser distante. Me da que ser madre es vivir en una disyuntiva constante. Es ser imperfecta, y reconocerlo, y saber que no pasa nada, que está bien si haces lo que puedes.
Feliz día de la madre a todas.
Que el día os traiga muchas sonrisas.
Y que sea cada día.
PD: té quiero, mami.
Hay que ser POSITIVO 