Día 44. Demasiados días sin ir a la peluquería. Hemos recibido la máquina de rapar y solo tenía peines para el 1,5 y el 4,5… El resto, con tijeras de colegio que a parte de las de carnicería eran lo mejor de la casa, sin comentarios. Hemos hecho lo que hemos podido y para ser la primera vez, ni tan mal. Ellos están contentos (aunque se peinen luego chafando mi obra de arte o a lo Príncipe de Bequelar, y me den ganas de pasarles la mano hacia atrás para poner el tupé de punta). En este encierro estamos descubriendo nuevas capacidades como profesores, psicólogos, cocineros, peluqueros, chapucillas… Claro, no es como si fuéramos profesionales formados y con experiencia, pero a una le da por pensar que con algo de empeño y práctica, nuestra vida podría perfectamente haber sido otra. En fin, divago…