
Día 40: El flow y las manualidades
Día 40… En algún momento tenían que llegar las manualidades a esta casa ni que fueran en forma de deberes del telecolegio para Sant Jordi.
Había cinco opciones para hacer dragones y rosas con materiales variopintos. Por suerte mis hijos se decantaron por querer hacer un dragón pinza. Al principio no las tenía todas (empecé a tener sudores fríos pensando que todas nuestras pinzas son de plástico y están hechas un zorromostro por el sol). Luego, rebuscando en esos cajones inverosímiles que toda casa de bien tiene, encontré dos pinzas de madera perdidas que algún día debieron usarse para cerrar alguna bolsa de cereales o similar. Y están vivitas, las pinzas de madera, porque no se quedaron prudriéndose a la intemperie hasta volverse negras (por eso cambiamos a las de plastiquete en su día) y porque al quedarse en el cajón sin nombre nadie las rompió para hacer de cuña de una mesa coja o una puerta de portazo fácil.
Total, habemus pinzas (dos, no hay margen de error posible en esta manualidad). Y milagrosamente tenemos pintura verde (se había quedado olvidada en otro cajón «para manualidades» y tras muchos rebuscar apareció, con el tapón bien puesto y sin haberse secado, milagro). De la cartulina roja para la lengua, no tenemos noticias, pero no voy a molestar a Amazon por una cartulina y algo inventaremos… Las escamas a pintar con rotulador negro… Estoooo, no, creo que no tenemos rotulador negro (que no esté seco como la mojama)… Improvisación al canto también…
Vamos, que no es que solo tengamos bolis BIC como @estoesparauna (post altamente recomendable) pero tampoco tenemos un surtido nivel profesional para hacer manualidades. El lema de esta cuarentena es «sobrevive como puedas».
Vamos por el flow de la rubia.

Día 41: Las prisas no son buenas
Día 41… Dato reseñable de hoy: me he destrozado el dedo pequeño del pie izquierdo al darle una patada a la cajonera que se ha quedado impertérrita ante mi dolor en medio del pasillo. Resultado, un dedo que parece una morcilla, la uña maltrecha y un cortecito de nada pero muy escandaloso en cuanto a sangre chorreante.
Le he dado con todas las ganas a la pxxx cajonera que ni es pxxx ni tiene culpa de nada (ni las pxxxs tienen culpa tampoco, pobres) con las prisas por llegar a una vídeo-reunión. Llegaba apurada después de veinte intensos minutos de intentar explicar a un niño de primaria qué son los décimales y las centésimas y milésimas con muchos nervios y malos rollos de por medio.
Total, que como mi pie inflamado, que no puedo apoyar para dar ni un paso sin aúllar, no es muy fotogénico ni emocionante, mejor os pongo los dragones de Sant Jordi acabados que me sacan la lengua tan ufanos. No hay consideración ninguna para esta madre que no llega ni a teleprofesora ni teletrabajadora ni teleamante ni telenada si no es echando horas y más horas a todo sin resquicio para meditaciones, posturas de yoga, bailes, lecturas, cursos ni minutos a solas.
En fin, que hay que ser positivo, ¿no? Ahora por lo menos ya tengo una excusa válida más allá del «no me da la vida» para no hacer deporte durante el encierro. Y tenemos decoración para un Sant Jordi especial… Algo es algo.