Hay mensajes que me llevan a ti en todas partes. Pistas directas y senderos escondidos entre un montón de pequeños despistes.
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A veces, me descubro pensándote sin más.
Uno diría que con los años y la rutina ya deberían haber desaparecido en el día a día esos momentos de dulce enamoramiento. Y sin embargo, ¿no es ese pensarse el que nos lleva del uno al otro y viceversa?
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Quizá aquellos que perdieron el amor por un descosido, a los que les desapareció en el runrún de la lavadora o los que escondieron un amor que ya no servía en un bolsillo de una chaqueta apolillada son también aquellos que se olvidaron de pensarse el uno al otro.
Quizá dejaron el bolsillo vacío para poder pensar en otras cosas.
Está bien, no lo juzgo.
Antes de poder pensar en otro es necesario haberse pensado a uno mismo.
Para pensar en otro deben tenerse pensamientos bonitos.
Ojalá todo el mundo encuentre si alguien a quien pensar.
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Pero no nos desviemos, aunque eso sea muy yo…
A veces encuentro pistas que me le llevan a ti. Un simple mensaje tonto en el fondo del vaso del café en un bar cualquiera… ”Tú llenas mis días». No como si mi felicidad dependiera de ti ni fuera tu responsabilidad, no te cargaré ese muerto. Pero los llenas complementándolos, con sonrisas y besos y abrazos…
Y entonces me descubro pensándote… Y te escribo una nota. Y me respondes con un mensaje…
Y es que, aún, hay mensajes que me llevan hacia ti en todas partes.
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