Como quien pude el primer café de la mañana. «Un extra de positivismo, por favor». Porque hoy estás floja, porque te hubieras quedado en la cama viendo pasar el tiempo mientras caías en la autocompasión, porque llega el frío del invierno a asomarse tras la puerta. Porque hoy el cielo está un poco gris. O quizá lo está tu cabeza. Porque hay días más, y días menos.
«Pst, pst, camarero… Y que venga con la leche caliente».
Hay chutes de energía positiva fáciles de alcanzar. No son una cura milagrosa contra días cenizos pero ayudan:
- Sonríete a ti mismo en el espejo. Aunque no tengas ganas.
- Canta un poco bajo la ducha. Aunque desafines.
- No, hoy no te peses. Ya lo harás mañana. No te vendrá de un día, pero a tu ánimo sí.
- Sal a pasear, camina, o haz deporte -mejor-, baila… Y mientras, respira, siente el aire que entra y que sale.
- Saluda. Con una sonrisa. En voz alta.
- Levanta la mirada y déjate sorprender. Disfruta, ríe para tus adentros: ese perro con permanente de peluquería que asoma su cabeza entre los asientos del piloto y el copiloto está de foto y tú acabas de verlo porque ibas mirando más allá del suelo.
- Haz algo fácil, algo que sepas hacer y que haga sentir satisfecho. Tampoco tienes porque ser superman cada día, y sentir que tienes el control también sienta bien.
- Habla con un amigo. Eso siempre es infalible.
- Pide un abrazo. Da un abrazo. No hay nada malo en necesitar contacto humano y sentirse acompañado.
- Deja la mente volar. Lee. Mira una película. Repasa el álbum de fotos de tu último viaje…
Y mañana, será otro día.