Mira por dónde vas. Mira por dónde. Mira cuándo. Mira con quién. Mira, que te estás perdiendo el camino por no prestar atención. Lástima. Así me dirás luego «me perdí», «no sabía», «no lo vi venir».
Presta atención: hay detalles en el camino. Personas con quién te cruzas con las que hablar un rato, compartir dudas o penas o alegrías o todo el sendero por tortuoso que se presente.
Mira: allí hay un paso de cebra para cruzar seguro al otro lado.
Mira, allá la fría acera de la ciudad se convierte en campo.
Mira, un pájaro, que vuela, que vuela alto, que te indica el camino hacia arriba.
Mira, una pareja de la mano, ancianos, juntos, ¿no te transmite eso algo?
Mira, un caracol, tú quejándote de la maldita lluvia y él encantado.
Mira, si no paras ese coche te atropellará. Los semáforos están para algo, porque vivimos en sociedad y todos queremos llegar a algún lado importante. Ahora pasas tú, ahora paso yo. No hace falta pisarnos para llegar si queremos hacerlo sanos y salvos.
Tú mira el camino y sé consciente: dónde vas, por dónde, con quién, de qué modo… Llegar llegarás, no tengo duda, pero mejor si llegas de una pieza y disfrutando.
Que el camino es largo como la vida. Y está lleno de giros inesperados. Y mientras miras la pantalla del móvil perdido en otros mundos ajenos, mientras te preocupas por lo que pudo haber sido o por lo que nunca será, mientras dudas y lloras y pataleas y vas por la vida dando tumbos, mientras, el camino ha ido pasando y no sabes cómo has llegado hasta aquí, ahora, con esa persona o hasta esa situación.
Tú mira, o te irás perdiendo en ese camino al que no prestas atención.
Hay que ser POSITIVO 