Entre el cielo y el infierno

Entre el cielo y el infierno estamos nosotros, todos, todas, de bruces con la realidad. Que ni somos tan buenos como para merecernos el paraíso ni tan malos como para arder eternamente.

Entre el cielo y el infierno estamos a solas con nuestra responsabilidad. De reconocernos imperfectos, pero sabiendo pedir perdón, sabiendo perdonar, y evolucionando a trancas y barrancas para para no volver a repetir aquello que sabemos que no estuvo bien.

Entre el cielo y el infierno estamos, a solas y como colectivo, y francamente, ya está bien de excusas pueriles, de «no sabía», de «no vi nada», de «la culpa es de otro», de «eso es porque los políticos no tal» o de «eso es porque los medios de comunicación cuál». Basta, basta de excusas.

Entre el cielo y el infierno somos personas. No somos marionetas de Dioses, no estamos obligados a ser «buenos» de cara a la galería para ganarnos el cielo. Lo que somos es responsables… RES-PON-SA-BLES!

De la educación recibida.

De la educación dada.

De lo que hicimos bien, o mal, queriendo o sin querer.

De lo que decimos.

De lo que creemos.

De lo que difundimos.

De las críticas. O la confianza ciega.

De los que nos gobiernan. De lo que votamos y lo que no.

De lo que compramos.

De lo que desechamos.

De lo que comemos.

Entre el cielo y el infierno, estamos nosotros. A solas con nuestras verdades y culpas. Y por más fachada que queramos mantener, si algo hicimos mal, lo sabemos. Como el de la Manada que admite ahora que quizá estar callada y con los ojos cerrados aguantando un infierno para que no sea peor resistirse que aguantar, quizá, eso no era consentimiento. Como el que sabe que publicar sonrisas en redes no significa nada. Como el que sabe que llevar camisetas de mensajes soeces no indica que quisiera, nada. No, ni tan siquiera por puta.

Entre el cielo y el infierno, tan mitológicos e inalcanzables, tan excusa barata, estamos nosotros, solo nosotros, y nuestra responsabilidad. Y hay penas que no pueden pagarse ni con el destierro al infierno ni con la amenaza de un cielo menos azul. Hay penas que ni con el perdón. Solo queda admitirse responsable, entre el cielo y el infierno, y acatar las consecuencias.

Porque entre el cielo y el infierno solo estamos nosotros y la verdad.

PD: los escudos que representan el cielo y el infierno están en el castillo museo de Gruyère en Suiza, una visita recomendable y de precio asequible para toda la familia. Fotos de este verano 2017.


6 respuestas a “Entre el cielo y el infierno

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