Como si nada

Vives la vida como si nada. Como si nada ocurriera más allá de tus pequeñas tragedias cotidianas. Más allá del corre corre, el sueldo, el desamor, los niños… Nada más allá de Bob Esponja, las discusiones por un cromo, el estrés, la morriña primaveral de tu tierra, la planta seca porque olvidaste regarla… otra vez…

Vives como si nada. Y entonces estás sola. Y tomas un café. Y lees el diario. Bombas y misiles, desde lejos, matando gente. Guerras frías. Bombas químicas. Niños muertos. Atentados terroristas. Discusiones internacionales. Los mismos políticos, distintas guerras que son siempre las mismas… Lees el diario y te dices que vivías mejor sin conocer tanta miseria, sin consumir tanta pornografía de la muerte.

Te da por pensar que si no fueras madre tendrías más cafés con diario en tu vida. Más atentados e imágenes horribles en la memoria. Quizá estarías más implicada, a la fuerza tras tanto engullir violencias. O quizá estarías insensibilizada y el nudo de lágrimas que has retenido hoy serían un pasar páginas impresas como si nada.

Vives la vida como si nada. Tú la tuya. Yo la mía, como si nada… Quizá, sin olvidar al prójimo y siendo buena persona con los que están a tu alcance para ayudar, sea más sano mentalmente hablando. Porque a mí el café con diario me ha dejado una incomodidad que no estoy digiriendo bien. Por un lado me digo que eso es bueno, quiere decir que más allá de mi ombligo el mundo me importa. Pero, la verdad, por otro lado es probable que mi malestar no sirva de mucho y que sea más sano vivir como si nada. Como los niños que se centran en sus problemas y necesidades, porque si no se preocupan ellos de si mismos, quien? Aunque me temo que no se me da demasiado bien. En fin… Feliz fin de como si nada.