De pronto alguien te sorprende con un regalo porque sí. Porque eres tú, y la otra persona te aprecia. De pronto tienes una bonita caja negra con estrellas doradas que reza It’s your light that lights de world. En un impulso enciendo la vela decorativa IBA con olor a fuego en el hogar que me entregó otra amiga. Las sombras de la llama de la vela iluminan mis divagaciones. Es relajante tener un momento para estar con una misma. Y pienso que estar solo en el mundo debe ser terrible. Que pasé muchas horas de mi infancia leyendo, comiendo, hablando y disfrutando a La Luz de las velas y los quinqués. Qué pasaría una noche romántica junto a un buen fuego en la chimenea, sin tele, sin música, sin ropa… Miro la luz de la vela mientras disfruto del té y creo que es cierto que soy la luz de mi propio mundo. No del mundo entero, eso es demasiado. Ni siquiera del mundo de mi pareja o de mis hijos. Pero sí soy mi propia luz. O mi propia oscuridad. Da qué pensar…
El regalo no son solo versos… Es todo más prosaico pero igualmente estupendo. Dentro un té de naranja y canela delicioso. Porque saben que disfrutas del té y los regalos de verdad se hacen pensando en la otra persona. Tengo la suerte de que mi amiga trabaje en Rituals, y soy muy fan de sus cremas y jabones en espuma, no lo digo porque ella trabaje allí. Y por eso el té es el detalle que acompaña una crema y un exfoliante que me regalan momentos a solas con mi piel. Las madres del mundo saben que eso no tiene precio. Dar cremas de Rituals es un regalazo.
Y mientras divago a la luz de la vela con olor a fuego de hoguera pienso una vez más que es verdad, que soy mi luz. Y que tú, que has tenido la santa paciencia de leerme hasta el final de mi diatriba, eres también tu propia luz. Si no, mal vamos.
Hay que ser POSITIVO 