Nadie y todo

He quedado con un amigo y he llegado media hora antes. Me siento en un banquito de madera y veo la gente pasar. Familias con bebés, abueletes, grupos de jóvenes con la música a tope, trabajadores, entre muchos otros.

Me paro a pensar…cada una de estas personas que ‘no significan nada’ en mi vida, tienen sus propias vidas, su familia, sus amistades, sus amores y desamores. Pues…yo también soy una de estas personas para ellos. ¿Qué deben pensar? «Una chica sentada en un banco enganchada al móvil», «mira esa, lleva una carrera en las medias» o quizá «¡qué chaqueta negra más guapa!». Quien sabe… Y en cualquier momento se nos pueden cruzar las miradas, soltar una sonrisa, y pasar de largo. ¿Seremos entonces alguien en la vida de estos desconocidos? 

¡Ostras! Se acaba de sentar en «mi» banco una pareja de ancianos, que monos, cargados de bolsas de tiendas y cogidos de la mano. Hablan castellano, con un acento un poco andaluz. Pasados cinco minutos, llegan sus hijas (supongo), un par de mujeres de unos cuarentaytantos. Les cogen las bolsas, y los ayudan a levantarse.

Estos abueletes no eran «nadie» para mi, pero lo eran todo para ellos y para sus hijas.

Nunca pienses que no eres nadie en este mundo, siempre hay alguien que te ama, que te quiere a su lado, que quiere que seas feliz. Aunque vayas sol@ por la calle, tienes a tu gente querida dentro de ti. 

¡Ah! Y no te olvides, tu debes serlo todo para ti, ámate y quiérete como nadie sea capaz de hacerlo. 


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