Disculpen las molestias, en esta casa estamos organizando una fiesta infantil de Halloween y no tenemos tiempo de bloguear ni de nada. Perdón Sílvia (me hizo mucha ilusión saber que me lees q diario ;), perdón lectores asiduos. Es que a veces en la vida no da tiempo no de escribir un post. Si me llegan a decir antes de ser madre que algún día compraría calabazas para vaciarlas, que asaltaría el chino de la esquina en busca de disfraces asequibles y banderines y telas de araña… Si me llegan a decir que los panellets y las castañas darían paso a disfraces y fiestas «de miedo», EN MI CASA, os habría dicho efusivamente que eso es imposible. Ah, la maternidad, qué gran lección de principios y humildad, qué cura de «nunca digas de este agua no beberé». Os dejo, que tengo que tragarme mis palabras y mis grandes principios en defensa de las tradiciones locales para ir en pos de la felicidad de una jauría de nueve niños que se quedaran a dormir en mi casa para felicidad de mi progenie. Y por la felicidad, qué no haría una madre. Que digo yo que de adultos será una buena base haber vivido momentos divertidos entre amigos y haber sido organizadores de una fiesta. Que mis hijos se lo guisa y ellos se lo comen: desde el menú a las actividades pasando por la lista de invitados y por la decoración, ellos mandan y todo lo organizamos. Otro día os cuento si nos hemos matado por el camino de la tensión de los nervios o si somos lo más mejor de nuestra casa y parte del estrangero 😉 De momento, cerramos el blog hasta otro día por fiesta infantil de Halloween 👻 BOOOOOOOOO!!!!!
Hay que ser POSITIVO 