¿Cuántas veces a la semana o incluso al día estabas a tope trabajando en una mega prioridad urgente e importantísima y de pronto aparece un nuevo proyecto del que ni sabías su existencia que barre con todo y pasa a ser lo MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO MUNDIAL?
Reconozco que a mí me pasa mucho, cosas del marketing y la comunicación en agencia. Pero reconozcp también que me saca de mis casillas a veces. Es como estar siempre corriendo, siempre a tope, siempre con prisas y más trabajo del que puedes hacer en el tiempo que tienes. Me gusta organizar mi agenda, pero me pasó el día haciendo tachones y cambios.

En segundos paso por varias fases:
1. Sorpresa (¿cómo es posible que no estuviera previsto antes?) y a veces hasta enfado (¡así no se puede!).
2. Resignación (suspiro, si hay que hacerlo, se hace).
3. Reorganización: no, no llego a todo a la vez, ya estoy aprendiendo a decir amablemente «no». Es decir, vale, pero si hago esto ahora dejo aquello otro para más tarde o mañana o pasado… Y, ¡sorpresa!, a veces ni es tan urgente ni tan imperativo para «ya».
4. ¡A por ello!
Al final sale todo. Pero a veces sueño con que me toque el Sueldo Nescafé o el Euromillón y dedicarme a tener un chiringuito de caña y paja en una isla tropical donde esperando a los tres clientes diarios escribiría por escribir, leería o tomaría el sol. ¿Es mucho pedir?
¿Qué tal te adaptas tú a los ritmos de la vida moderna y a los cambios de planes?