Life is short, #eatdesertfirst. O lecciones de vida de una flor (presumida)

C’était le temps des fleurs. Ver crecer una planta en día semanas queriendo alcanzar la el cielo es sencillamente espectacular.

Ver cómo sigue luchando por abrir sus pétalos a pesar de haber perdido «un brazo» en una caída tonta (tanto creció y creció, la muy vanidosa, que se desequilibró y se pegó un tortazo, como la vida misma), es sublime.

Tenía razón, la planta, de no rendirse hasta desplegar sus encantos, tan presumida ella. Sus flores son despampanantes, un regalo a la vista, tan brillantes y grandes, y sí, ta efímeras.

La verdad, está siendo toda una lección ver crecer la planta día a día, verla desplegar sus encantos con orgullo, merecido por otra parte. Es un pequeño placer que nos regala. Y ahora que empieza a marchitarse, no por ello es menos memorable y hermosa, no por ello su lucha ha carecido de sentido.

«Life is short. Eat desert first

Pues eso, lecciones de vida botánicas. O que una ve mensajes en cualquier parte.

¿A alguien más le pasa? (Lo de quedarse embobado con una flor o lo de encontrar lecciones hasta en las manchas de café en el suelo, o en una canción que seguro fue escrita con otro sentido, o en las sombras de las nubes en el horizonte, por decir algo absurdo pero que me sucede de tanto en tanto).


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