#yomequedoencasa: Día 8. Y me ha parecido un mes.

Día 8 de #confinamento. A mí me ha parecido como un mes.

El jueves de pronto pensé que las profesoras no nos habían dado más indicaciones que las del último día de clase y viendo que este #yomequedoencasa va para largo (y más que irá si la gente no hace caso y se queda quietecita de una vez por todas), escribí al cole reclamando algo de luz en este camino de profesorado en casa ayer hemos estrenado a lo bruto. Alguien en el WhatsApp de padres dijo «paciencia, solo hace 5 días» y de pronto caí en la cuenta que era verdad… Pero os juro que a mí me ha parecido muuuuuuchoooo tiempo más.

Hoy nos ha llegado un email con tareas. De pronto me he sentido como una madre histérica en el peor sentido de la palabra. En fin, nadie es perfecto…

Francamente, a mí no me da la vida. Nos levantamos, desayunamos, organizamos el cole de batalla, subimos a trabajar los padres al escritorio de los niños mientras ellos ocupan la mesa del comedor. Y tras muchas interrupciones con dudas, correcciones, hora de patio, haz la comida, mento de sol y cafés varios, resulta que son más de las siete y sigo teletrabajando. Debo ser la única prima que está con el ordenador echando humo mientras los demás aprovechan todos los teatros, magias, manualidades, pelus, ejercicios y no sé cuántas cosas más gratis.

En fin… Los niños por lo.menos hacen deporte. Hemos puesto una red para evitar que las pelotas acaben rompiendo algo en el patio del vecino. Un minuto después de estar puesta, un chute vertical envió una pelota directa al otro lado 🙄 En fin. La intención era buena.

Yo estoy agotada y no me da el día (ni el ánimo). La verdad es que me frustra intentar atender a los niños en sus tareas escolares (para que vivan una normalidad y una rutina) pero al mismo tiempo que mi jornada telelaboral se alargue como un chicle con muchas interrupciones. Para cuando apago el ordenador me queda corregir lo que han hecho los peques para que al día siguiente sigan, cocinar la cena, recoger y poner lavadoras… Me parece que vivo en un bucle infinito donde no hay barreras entre lo laboral y lo personal y dónde todo se mezcla un día tras otro… Y entonces dejo los entrenamientos y las manualidades chulas y todas esas cosas para «mañana». La verdad, es lo que peor llevo del encierro. Antes me levantaba a las 6h para ir al gimnasio a las 7h mientras mi marido se ocupaba de desayunos y camino al cole. Y yo estaba con los peques por la tarde. Ahora es todo confuso. Y frustrante.

Menos mal que mañana es fin de semana.

Ah, no, espera, que nos toca limpiar toda la casa de arriba abajo porque entre semana no hemos hecho más que sobrevivir al teletrajo en casa con escolarización incluida. En fin… ¿Cómo era lo del otro día? Mañana más, y mejor.

PD: qué suerte que tenemos patio.


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