Hay que ser POSITIVO

Ahora que hace calor y las neuronas andan algo dormidas, me siento un poco como flotando. Como si los pensamientos andaran lejos, de paseo, a su ritmo. Un poco perdidos en el tiempo, como la preciosa flor de orquídea natural que me han regalado a modo de collar unos amigos de Costa Rica… Llevarla colgada me da un poco más de aire para vivir dejándome llevar, me recuerda que la amistad, los abrazos y las conversaciones de ponerse al día son lo que realmente importa. Que hay que dejar que todo fluya.

Los fines de semana son un continuo de verbenas, playa, terrazas y amigos. Y en este interludio de las vacaciones, cuando los peques de la casa ya están campando libres, no hay manera de vivir de otro modo que no sea a destiempo.

Mientras tanto, el mundo a nivel laboral está en su punto álgido. Ya se sabe, el mundo acaba cada mes de julio y retoma el pulso en septiembre después de un parón en seco en agosto. Como si te si te dijeras que ya has pasado la frontera del medio año y te entraran las prisas por cerrar esos proyectos pendientes.

Ahora todo son corre-corre, empiezo a estar acostumbrada. Mis neuronas, eso sí, se rebelan cada día hacia las cinco de la tarde. Que el día es largo y quedan aún buenas horas de sol para ir a pasear un rato.

A mí yo isleño este ritmo de ciudad que combina finales de curso de traca con verbenas, preparación de vacaciones y pilla-pillas laborales le siguen pareciendo una locura.

Mejor poner un poco de música animada para despertar neuronas y acabar el día echada en la cama con un libro enorme, leyendo al ritmo de brisas marinas y ventiladores.

Y que la ola de calor nos pille con las neuronas bien descansadas, aunque eso sea sinónimo de andar con las neuronas despistadas y los ritmos a destiempo.