Y que la vida no deje de sorprenderte.
Que te siga emocionando.
Que la ilusión no decaiga.
Que tu mirada esté libre de prejuicios.
Que siempre tengas un rincón para lo inesperado.
Que sonrías, a la vida, como a veces me sonríes a mí.
Que la vida te regale recuerdos, bonitos.
Que cada día tengas un motivo para agradecer.
Que seas feliz.
Ahora que ya hemos puesto el árbol de Navidad y que hemos llenado la casa de purpurina y brillos, hago pública mi carta a los Reyes Magos y Papá Noel y a todos los seres mágicos que tengan a bien cumplir deseos: que la vida no deje de sorprenderte (bien).