Los regresos se hacen perezosos. La vuelta, de vacaciones, larga. Retomar el ritmo, puf, forzado. Como si el estado natural de las cosas fuera tener la mente despejada y el cuerpo relajado, el sueño cambiado, y extenso. Las horas, infinitas, sin plan. Como si lo normal fuese ir disfrutando de cada momentito cual regalo sorpresa recién desenvuelto, inesperado.
El regreso se hace plomo. Como si tú supieras que DEBES estar aquí pero tu cuerpo aún siguiera balanceándose allá, donde las hamacas pierden su nombre, donde las obligaciones son hojas caducas caídas por el suelo.
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En este jetlag anímico de la vuelta a la rutina me encuentro. Creo que he perdido las palabras diarias en algún recoveco vacacional. Mis ideas están pero las ganas de escribir cada día siguen de viaje.
Para hacer que vuelvan, las ganas, las palabras, los sueños, he enviado una postal.
«Querida yo, regresa.
El regreso no es tan duro. La rutina no es tan mala. Para que veas que no te miento, la vuelta está siendo escalonada. Hay puestas de sol que quitan el hipo (también). Sigue habiendo calor para ir a la playa. Y nos estamos tomando algún vino, alguna comilona, algún mojito homenaje con amigos en sitios fantásticos como Pals o Peretallada.
¿No te animas a venir? Y ya si eso… Tráete de vuelta las ganas y la inspiración, querida yo, que de tanto leer y ver pelis y tirarme en el sofá también las echo de menos. Tuya siempre.
😘😘
Yo».
RECOMENDACIÓN: No dejéis de ir al restaurante «Can Saló» én Palau-Sator si pasáis por el Empordà y la Costa Brava. Se come de miedo y el servicio es excelente. Me lo recomendó y descubrió @samuel_panos y es fantástico (pero reservad que si exito es un secreto a voces, en las imágenes tenéis la tarjeta. De nada 😉
Hay que ser POSITIVO 