Hay que ser POSITIVO

Me han hecho una foto del canalillo. Estoy casi al 100% segura. Tengo un resquicio de duda y es lo único que me retiene, con pudor, de llamarle la atención al chico que con disimulo ha levantado el móvil frente a mí. No estaba ni jugando ni whatsappeando ni nada. Sólo ha levantado el móvil en un momento dado, me ha mirado intensamente,  su móvil silenciado ha quedado inmóvil frente a mí, creo que ha enviado algún mensaje (a estas alturas puede que mi escote viaje de grupo de WhatsApp en grupo de WhatsApp, puede que haya recibido elogios, puede que lo hayan hundido a críticas)… y luego ha vuelto a bajar su móvil. 

Francamente, me he quedado, a mis cuarenta años, entre sorprendida, avergonzada y alagada. He pensado, «seamos positivas, si te ha hecho una foto de las tetas es que todavía eres atractiva». Peroooo, me queda un regustillo amargo al final. Porque se ha tomado la libertad de objetualizarme y convertirme en un objeto de deseo (o de mofa). Porque me ha robado un poco la dignidad. Porque frente a su microviolencia micromachista no he sabido reaccionar con una mirada de las que matan o un «no me habrás hecho una foto?». Porque para positivizar y no sentirme tan mal he pensado «todavía soy deseable», dándole, una vez más, a un desconocido, a su mirada, el poder de decidir si soy o no atractiva, según si cánon, y así nos va. 

Así que la que comparte ahora su canalillo soy yo. Porque me da la gana, porque no se ve nada, porque yo me sentía guapa y feliz camino de una cena de chicas para la que me había arreglado, porque quiero dejar bien claro que mi escote y mi canalillo es mío y que si lo recibiste por otra vía, fue robado. Tal cuál. Y esta vez ese canalillo que rulaba era mío pero otro día puede que sea el de tu mujer, tu tía, tu sobrina o tu hija.