Qué tendrán los niños con los perros que es ver uno a lo lejos e ir corriendo a preguntar si pueden tocarlo. Por lo menos ahora preguntan (casi siempre). Nada les hace más felices que cuando el perro les llena de lametones la cara. Supongo que les recuerda a los ataques de besos y las batallas de pedorretas en la barriga que a medida que se van haciendo mayores son más escasas y pudorosas. Lástima, nos autocensuramos los besos.
Vamos a hacer un pacto: dejemos fluir los besos. Los perrunos, los que llevan ataques de cosquillas. Los de saludo y despedida, que aunque parecen mecánicos son tan importantes. Los besos de buenas noches. Los furtivos. Los que esconden pasión. Los que la muestran. Besos cortos, rápidos, lentos, largos, secos, húmedos, en la boca o en la mejilla, incluso en la frente, la nariz, el cuello, los párpados…
Besos de todo tipo y en todas partes. De la abuela, del amigo, del perro, del gato, de la pareja, de los hijos y los padres… Besos y más besos de todo tipo y en todas partes…. Hagamos un pacto, dejemos fluir los besos.