Hoy he soñado que entraba en la bonita iglesia de San Cugat. Cientos de refugiados exhaustos y en los huesos cubrían el suelo y los bancos. Un bebé gateaba detrás de mí, persiguiéndome y llorando desconsolado ante la mirada indiferente de los adultos tirados en el frío suelo. Cogía el bebé en brazos y tardaba mucho en consolarle. Y cuando finalmente ya no lloraba y estaba acomodado en el hueco de mi cintura, apoyado en mi hombro, me tenía que ir. Estaba totalmente desamparada, perdida y asqueada de nosotros mismos. Tenía que volver a dejar al bebé en el suelo llorando? Eso es todo lo que podía hacer por ellos? Por nosotros? Les contaba un cuento a un grupo de niños. Me miraban emocionados y atentos, queriendo aprender palabras como «elefante».
Y… pluf, el sueño se había acabado y alguien con malas intenciones me perseguía por la autopista en un carrito motorizado de minusválido. Yo iba en otro, muy rápido, demasiado rápido. La persecución a lo película acababa en un estrepitoso accidente de mi persecutor. Creo que no se hacía daño, pero yo seguía huyendo y no me quedaba a verlo.
El sueño daba un nuevo giro. Estaba con un amigo que me echaba en cara no habernos visto en mucho tiempo y yo pensaba que igual de enfadada podía estar yo teniendo en cuenta que en nuestra maltrecha amistad éramos dos implicados y que las tres ultimas veces que intentamos quedar fui yo quien lo propuso y quien se quedo compuesta y sin amigo frente a un café con leche frío (verdad que es una imagen desoladora? No plantéis a vuestro amigo, a ese, ya sabéis, llamad ahora, AHORA, y luego volvéis a leer el final de mi sueño 😬).
Total, que estaba con mi amigo y de pronto leía en un titular que el AVE Madrid – Barcelona había descarrilado y que había muchos heridos. Mierda! Mi marido iba en ese tren. No había llamado. Ni escrito. Quería enviarle un whatsapp (es estúpido, lo sé, en vez de llamarle primero a él y después a emergencias). Pero en el sueño estaba empeñada con el whatsapp y no atinaba a encontrar su contacto. Escribía sin ton ni son, temblorosa, y a medio mensaje me daba cuenta que ese no era él… Y así vuelta a empezar una y otra vez mientras mi amigo seguía recriminándome no sé qué y yo era incapaz de llamar y acabar con la angustia.
Me he despertado.
No sé a cuento de qué vienen estos sueños y si busco el Google su interpretación me salen cosas totalmente inverosímiles o tan genéricas que, como los horóscopos, pueden significar lo que me de la gana que signifiquen.
Mi hijo se levanta legañoso y dice que ha soñado que corría por el campo feliz con el que fue nuestro conejo.
Desde luego, los sueños infantiles son mucho mejores.
Y vosotros, sonáis?