– Pero qué has estado haciendo!!! Esto está peor que antes! – exclama cada vez mi marido cuando ordeno cajones o hago un cambio de armario.
– Es el desorden antes del orden -respondo siempre.
Sí, primero lo saco todo, lo desparramo, selecciono lo que se queda, lo que guardo, lo que regalo, lo que queda para otro uso o lo que directamente tiro a la basura. Hago montoncitos y pilas enormes, y mientras mi marido se desespera y huye yo voy haciendo poco a poco, creando a medida que avanzo hacia un objetivo claro -ordenar el armario de ropa de invierno, por ejemplo-, y mientras canto, tarareo y hasta bailo. He pasado todo el fin de semana entre la ropa de los niños y la nuestra. Una lata. Pero ahora abro el armario y sonrío. Todo está ordenado, clasificado, listo para encontrar y usar. Qué felicidad, objetivo cumplido!
Y diréis que a ver de qué hablo de armarios, qué aburrido. Pero me ha dado por pensar que en la vida todo tiene su proceso, también de limpieza. Con los sentimientos, con la búsqueda de trabajo, con las nuevas relaciones… Para poder ir hacia adelante, abarcar nuevos objetivos o retos, deberíamos:
- Sacarlo todo para clasificarlo.
- Separar los sentimientos, actitudes, planes en…
- A) Lo que nos sirve para nuestro objetivo y guardamos.
- B) lo que guardamos para más adelante cuando haga falta.
- C) Lo que reutilizamos pero de otro modo. Lo que reciclamos.
- D) Lo que tiramos. Siempre hay algo de lo que deshacerse.
Sí, es un proceso con el que tener paciencia…