Leer a la sombra con la brisa moviendo mi pelo, y si tengo calor, bañarme. Salir fresca del agua para seguir leyendo. Quizá un trozo de sandía fresquita o una limonada. Esas son mis vacaciones ideales, por lo menos un par de días, luego ya socializo, voy a bailar, a cenar, a visitar y hacer el turista. Como soy muy optimista, me voy de vacaciones con niños y paseo el libro con el firme propósito de leer. Arriba y abajo. Ahora por lo menos es un libro electrónico que lleva mi optimismo a cuestas. Antes eran tochos de kilo y medio, por poner una cifra. Quiero pensar que a mi libro le gusta pasearse. Porque leer no es que leer mucho con un par de dos haciendo el mono todo el día, no es que lea. Pero algún rato encontraré, no? 😉