Cocinar esa receta de familia, como el roti haché de mi abuela, de mi madre. Cocinar de memoria, poco a poco, con mimo, para alguien, para ti. Cocinar y relajarte, disfrutar, concentrarte. Oler. Recordar. Porque el estómago y el olfato tienen memoria, vayáis la tienen!! Comer. Y recordar. Y con el tiempo traspasar la receta en una herencia de recuerdos y momentos compartidos infinita.