Seamos francos: pasar el día haciendo manualidades de materiales reciclados, pintando, decorando y demás lindezas de preescolar, no es lo que yo llamo un fin de semana relajado ni divertido. Creativo sí. Entrañable también. Incluso que además sea el día de la madr cobra todo el sentido. Da una pereza infinita.
Pero… Si te dejas arrastrar por la ilusión infantil, recoger cajas en la calle pensando lo que harás con ellas, tiene su aquel. Son genuinamente felices, los niños, y eso se contagia. Déjate llevar y acabarás con un demonio de cartón como decoración principal del salón. Muy minimalista no queda, pero es gracioso. Y además, «tiene una boca para sacar caramelos» y es «un demonio feliz, no lo podemos quemar, es nuestro amigo, el tercer hermano». Y ahí estamos, aceptando un nuevo hijo.