Compra un mantel nuevo. Piérdete en el Ikea. Recoge esa cómoda de la basura. Y dale una segunda vida. Lija la silla desgastada. Pinta. Cambia la mesa de lugar. Reordena tus libros. Limpia. Aunque solo sea porque vienen invitados. Limpia. Decora tu balcón. Compra una planta… Y ahora mira a tu alrededor. Sonríe! Eres de los pocos afortunados de este mundo con hogar para disfrutarlo. De alquiler, préstado, compartido o hipotecado de por vida. De cuarenta o de cien metros cuadrados. Una ruina… Lo sé, una putada, la vida es una M, bla, bla, bla… Pero, en serio, sonríe. Tienes hogar. Sin guerra. Sin hambre. Tuyo. Y lo puedes decorar. Y redecorar. Así que, sonríe, disfruta. Porque tienes un hogar. Y aunque lo das por sentado y te parece lo mínimo, en realidad, es lo máximo!