10. Una década. 10 años de ilusiones, sonrisas, carcajadas. 10 años aprendiendo, a ser padres, a ser hijos, a crecer juntos como personas y reinventarnos, porque la ma(pa)ternidad te pone el mundo y las prioridades cabeza abajo y te das cuenta que hay que explicar y replantearse muchas cosas que damos por sentadas… Estos niños tan buscados y queridos llegaron para enseñarnos grandes lecciones de amor y positivismo. Y espero seguir creciendo junto a ellos en esta gran aventura que es vivir.
Como ya se veía venir que para esta celebración estaríamos confinados por el pxxx coronavirus, hemos preparado un cumple especial como se merece pasar de un número a dos. Ellos querían una macro fiesta con todos sus amigos de clase, amigos de familia, primos, tíos, abuelos… Una barbacoa inmensa con decoración, juegos de siempre, y muchos pasteles, abrazos y risas. Pero no ha podido ser. Así que como también se perderán las colonias que iban a hacer con el cole, hemos organizado una acampada en el patio. Una tienda con colchones, banderines de colores, velas para dar ambiente y nubes y salsichas para asar en la barbacoa como si fuera un fuego de campo. Y jugar al UNO en familia. Ese ha sido el pistoletazo de salida.
Esta mañana el padre ha tenido que ir a rescatarles de la tienda. Se habían quedado encerrados porque la cremallera estaba encallada por dentro. Han intentado llamar a su abuelo por teléfono a través del Drop In de Alexa para que él a su vez nos llamara a nosotros. Pero no funcionaba: «no hay ningún contacto disponible», decía el altavoz. Y el padre de oído fino se ha despertado y los ha rescatado. Entonces hemos despertado todos juntos en la cama.
El programa del día es apretado. Gofres de desayuno. Hacer dos pasteles para construir una tarta de 2 pisos con cobertura de fondant (puede ser un desastre, ya veremos). Recibir la visita sorpresa de la guardia urbana que ha felicitado a los niños y les ha entregado un diploma por haber vivido bien el encierro… Y nos queda mucho día: comer lo que ellos quieran, jugar juntos, videollamadas…
Muchas felicidades, mi querido par de dos. Os quiero hasta el infinito ida y vuelta, que es el mínimo que se puede querer.